Manifiesto del XIV Encuentro Ecuménico de El Espinar
Miembros de diversas confesiones cristianas reunidos en El Espinar (Segovia), del 1 al 6 de julio de 2004, hemos constatado la necesidad y la urgencia de vivir una "espiritualidad ecuménica" que nos ayude a profundizar en el camino hacia la unidad espiritual y visible de la Iglesia, de modo que, todas las confesiones juntas, asuman con más decisión el llamamiento de Cristo para realizar la misión de la Iglesia de predicar el Evangelio y colaborar así a la extensión del reino de Dios en el mundo.
Nos urge el constatar:
- - La profunda crisis espiritual y religiosa de nuestro tiempo, que repercute en una progresiva deshumanización de nuestra sociedad.
- - La persistencia de viejos estereotipos y prejuicios en las relaciones ec1esiales.
- - La dificultad en aceptar valores fundamentales de las diversas confesiones cristianas.
- - El aparente estancamiento institucional del proceso hacia la unidad visible de la Iglesia.
Todos juntos debemos insistir en la conversión personal y ec1esial a Jesucristo, modelo de la auténtica espiritualidad ecuménica. Todos nosotros debemos esforzamos por un intercambio espiritual mutuo que enriquezca cada una de nuestras confesiones.
Constatamos que la auténtica espiritualidad cristiana debe ser una espiritualidad ecuménica, es decir, enraizada en la persona de Cristo, fiel a la totalidad de la revelación, para la vida de toda la Iglesia y dirigida a la totalidad del mundo.
La espiritualidad ecuménica debe estar impregnada de un talante que nos permita, además, pasar del "orar los unos por los otros" al "orar los unos con los otros", 10 que supone un acercamiento mayor de cuerpo y espíritu al hermano para converger en una comunión más profunda en Dios, Padre de todos.
Debemos por lo tanto, salir al encuentro del hermano con humildad y gratuidad, y con la preparación necesaria para un verdadero diálogo, sin prejuicios, favoreciendo vínculos profundos de amistad y de amor, acogiendo en nosotros el don que el Espíritu ha depositado en todos y cada uno de nuestros hermanos cristianos, provenientes de diferentes partes del mundo.
La espiritualidad ecuménica crece con la experiencia personal de la voluntad salvífica de Dios, revelada por Jesucristo, quien nos envía a proclamar el Evangelio por todo el mundo.
Estemos atentos a la voz del Espíritu. La unidad es un don y es el mismo Espíritu quien nos guía e impulsa.
Marquemos nuestro pensar y hacer con la experiencia de la Encarnación, que nos compromete con la humanidad en términos de justicia, de paz, de respeto, cuidado y defensa de la creación, de reconocimiento de los derechos humanos y de defensa de la vida en plenitud.
Comprometámonos a aunar esfuerzos en nuestro entorno para lograr superar las dificultades y retos que se nos presentan: la reconciliación de nuestra memoria histórica, la utilización de lenguajes no depurados e ininteligibles, el ritmo no uniforme de los avances ecuménicos, la crisis religiosa y la secularización de nuestra sociedad.
Ponemos a tu servicio una comunidad que llena de vida, entusiasmo y libertad quiere actuar con misericordia, comprender y acoger al hermano y es creativa por la presencia del Espíritu Santo. Una comunidad pequeña, pero llena de fe y de esperanza que al contemplarte se goza en la UNIDAD.
Aportado por Maite